miércoles, diciembre 03, 2008

Amor, enamoramiento, indiferencia

Helen Fisher, famosa antropóloga, dice:
...los hombres son tan apasionados como lo puedan ser las mujeres, y se enamoran más deprisa (por alguna razón evolutiva, al parecer)
...en los hombres descubrimos más actividad en una región cerebral asociada con los estímulos visuales...
...en las mujeres, en tres áreas asociadas con la memoria y la rememoración.
Yo tengo que decirles que sí, que todo es química...
Cuando estamos locamente enamorados, queremos irnos a la cama con nuestra pareja, pero lo que realmente queremos es que nos llame por teléfono, que nos invite a cenar, y se crea una unión emocional.
El amor y el odio son muy parecidos... y aquello por lo que suspiramos es la indiferencia. Cuando odiamos, concentramos nuestra atención tanto como cuando amamos. Cuando amamos o cuando odiamos, nos obsesiona pensar en ello.
¿Por lo que suspiramos es la indiferencia? Mmhhh... deja pienso qué pienso. Nooo... ¿o sí? ¿O estoy entendiendo mal la frase? Puede ser. O quizás sí: lo que más nos hace suspirar es la indiferencia, no sentirnos amados u odiar a otra persona. Quizás yo lo pondría así: lo que más nos inquieta es la incertidumbre. No saber de cierto es peor que sabernos despreciados o ignorados.

No me queda claro cuál es la razón evolutiva de la que habla; puede que sea una explicación tipo Desmond Morris - El mono desnudo: la naciente sociedad humana requería que la familia se consolidara para que los niños primates-bebés pudieran tener una infancia más larga y por lo tanto más inteligencia; si iba a haber familia, se necesitaba que el macho fuera monógamo, y uno de los ardides de la madre naturaleza para conseguirlo fue crear hombres enamoradizos. Puede sonar a charlatanería, pero tiene su lógica.

Es bonito el amor, cuando no estás intranquilo, cuando no te ocasiona zozobra. Es más: el amor que te produce estas emociones no es amor.

En cambio, es hermoso estar enamorado: piensas en ello, escribes, reflexionas, se te ocurren frases inflamadas, idealizas, sueñas. Te da razones para vivir como ninguna otra cosa en la vida, ni siquiera tener un hijo o ganar la lotería, porque promete felicidad a corto, mediano y largo plazo. Claro que cuando la química empieza a dejar de hacer efecto, la energía inicial se apaga y lo que queda es producto de lo real entre ambos, o la necedad de continuar el sueño.

Dice también Helen Fisher sobre el impulso sexual: "...evolucionó para que saliéramos a buscar a nuestras parejas." ¿Y cuando ya la encontraste, disminuye? Arghhhh... Y no se detiene ahí: "una de las características principales del amor romántico es el deseo de contacto sexual". Ah, eso lo explica todo. La odio por tener razón.

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