viernes, enero 02, 2009

Huir de Movistar

Hace nueve meses que contraté un plan anual con Movistar; hace cuatro que cambiarme de compañía es un pensamiento que aparece cinco o seis veces al día. Me lo recuerdan las constantes llamadas perdidas, la falta de señal en cualquier edificio de más de doce metros de profundidad, las quejas de mis amigos y clientes ("¿No te llegó mi mensaje?" "Te llamé pero mandaba al buzón"), y los avisos en mi mismo teléfono: Network busy, Network not available. He buscado en varios foros y sólo encuentro las clásicas quejas iracundas del tipo "Movistar sucks" pero nada sólido que confirme que el servicio es malísimo. Sólo la estúpida cancioncita del anuncio ("Movista-a-a-a-a-a-ar") da una involuntaria pista de la calidad de la compañía. Espero que le hayan pagado regalías a los Ting Tings, o que alguien les dé el pitazo de que en México andan haciendo copias graciositas de sus canciones.

De modo que he tenido que hacer mis propios experimentos chafita para comprobar mis temores. En un punto en particular donde jamás tengo señal (un edificio que está ubicado en Periférico y Blvd de la Luz, punto bastante céntrico) donde gente con Telcel, Iusacell y Nextel pueden hacer y recibir llamadas sin problemas, he intentado con un Nokia 5130, un Nokia N1600 y un Sony Ericsson W760 -excelente teléfono, por cierto- y tengo cero recepción. Cero. Ni media rayita: hay que ir hasta la ventana y no moverse de ahí para que, oh maravilla, se pueda uno comunicar con el mundo. Por el otro lado, los que tienen la suerte de estar con otras compañías no tienen problema alguno, a pesar de tener teléfonos viejos, maltratados o de marcas inverosímiles (¡Pantech!).

Pero tengo otras pruebas: usar un Movistar mientras manejas sobre el segundo piso de Periférico es garantía de interrumpir tu llamada una o dos veces. Los mensajes enviados casi nunca llegan (el 31 de diciembre envié varios mensajes y ninguno llegó). Las llamadas se van al buzón sin razón alguna, aunque estés en las oficinas de atención a clientes de la propia compañía. Los avisos de llamada perdida y mensajes de texto en general tardan a veces más de doce horas en llegar, haciendo inviable tener un Movistar para doctores, políticos, bomberos y cualquier persona cuyo trabajo dependa de atender emergencias. Estos avisos de llamada perdida tienen un tiempo de expiración tan corto que es común que, si sales un par de horas de la zona de cobertura o tienes una cita en el Ajusco, regreses a tu vida normal sin enterarte de que la mitad de tus clientes y tu esposa están buscándote desesperadamente, y que están en la creencia -sobre todo esta última- de que más bien te encuentras en algún nidito de amor detrás del Tepozteco.

Y a propósito del Ajusco, esa es la razón de mi actual penar: vivo en el km 5 de la carretera Picacho-Ajusco, en un punto que parece ser un agujero negro de señal para celular. Los teléfonos de Telcel viven en silencio en ese lugar, y sólo Movistar y algunos Iusacell tienen un poco de recepción. Por eso fue que hace nueve meses salí de Telcel, que era más caro pero sin problemas con el servicio, e hice contrato en Guatepeor.

Debo decir que el servicio a clientes de Movistar -en el local, no por teléfono- me ha parecido excelente y que el costo del roaming es por demás razonable. Creo que el personal del centro de atención está consciente de que el servicio es bastante malo porque son muy amables y comprensivos, tanto que no puedes descargar tu frustración en ellos. Y me parece que es una lástima que la otra compañía que tiene teléfonos GSM tenga esos problemas tan básicos de conectividad, porque las otras opciones, Iusacell y Unefon, ofrecen móviles que parecen sacados de una película de espías de Harrison Ford.

De modo que estoy sumamente inconforme con Movistar. Conozco más colegas del mismo dolor que sin embargo no tienen tantos problemas como yo, y probablemente sea porque tanto el lugar donde vivo como el lugar donde trabajo son especialmente raros. Pero no entiendo por qué tengo que vivir saliéndome a la calle cada media hora a revisar si tengo llamadas perdidas (las recepcionistas ya sospechan que lo hago para flirtear con ellas) o haciendo de la explanada del fraccionamiento mi oficina particular, con laptop y todo, sólo para hablar por más de cinco minutos sin interrupción. Lo malo es que estoy en un contrato anual y supongo que la cancelación provoca una penalización, máxime cuando se supone que el precio inicial del celular está subsidiado gracias al plan que contraté. Ansío la llegada de la primavera, más que las flores, las mariposas y los jumentos, porque coincide con el final de mi condena, digo contrato. Pero pienso: si en pensar en cambiar de telefónica empleo tantas horas al día, ¿por qué no solucionarlo aunque haya alguna multa por ello? Sin embargo, todavía tengo mis dudas:
  • Creo que Telcel sigue sin tener cobertura en donde vivo (aunque el sitio de Telcel dice lo contrario)
  • En Iusacell el uso de 3G está incluído, pero los teléfonos que valen la pena, léase Blackberry, son un robo.
  • Iusacell tiene esa promoción de llamadas ilimitadas a todos los suscriptores de Iusacell y Unefon. Pero ¡OMG! qué teléfonos tan tan feos. Nadie debería tener que sufrir la humillación de usar los mismos teléfonos que Starsky & Hutch.
  • Aparentemente, Telcel es el líder no sólo por tener poder y dinero ilimitados: el servicio sí es mejor, la facturación más clara, el área de cobertura mayor. Sin embargo, es más caro... bu.
  • En Telcel lo de las llamadas ilimitadas no existe, ni siquiera con tus "números frecuentes": tienen una duración máxima de 5 minutos.
Pero de que me salgo, me salgo. Sólo estoy esperando que salgan las ofertas-de-año-nuevo-sensibles-a-la-crisis y me subo en otro camión.

A empezar otra vez

Aunque puedes usar tu cumpleaños, tu aniversario de bodas o el desembarco en Normandía como fechas para hacer un Nuevo Inicio y sentarte a escribir propósitos, siempre es lo más natural hacerlo a finales de diciembre, cuando termina el año y el mundo parece desacelerar. Vivas solo o acompañado, feliz o triste, en cámara rápida o con tiempo de sobra, la segunda mitad del último mes del año invita a relajarse, a posponer, a mirarte un poco por encima de ti mismo. Estás en esto de la autocontemplación cuando de pronto te das cuenta de que ya estás en el 2, 3, 7 de enero, la caja de engranajes está apenas en segunda, tu pie en el acelerador pero no avanzas más rápido.

Y mi impresión es que, aunque seas un empresario japonés o un pescador en alta mar, invariablemente tus planes se interrumpieron durante estas últimas dos semanas y te queda el sentimiento de que hay que empezar desde cero. Cosa que es práctica y no a la vez, porque aunque a cualquiera le hace bien relajar un poco la mente y el cuerpo por unos cuantos días, el arranque de enero se alarga hasta febrero y cuando ya te sientes en plena forma, falta una semana para el día de las madres.

De modo que si, como yo, vives siempre conectado a una pista eléctrica de carritos chocones, lo mejor es proceder con cautela estos próximos días de enero, no presionar demasiado a nadie, hablar despacio y en voz baja, porque el letargo es general y es de todos conocido que no se debe despertar a los sonámbulos. Puedes dedicar este tiempo a hacer cosas que siempre deseaste, como aprender un nuevo idioma o a hacer malabares con tres pelotas de tenis. También puedes aprovechar para enviar tarjetas virtuales de felicitación a cincuenta amigos, eligiendo cuidadosamente la que se ajuste a cada quien, o reorganizar las fotos en tu disco duro. Y si eres realmente voluntarioso, puedes terminar los proyectos personales y profesionales que quedaron en el tintero el año que terminó: trabajar mientras los demás languidecen, correr cuando todos están mirándose los zapatos.

O ¡claro! podrías dedicarte a hacer realidad otros propósitos generales, atemporales, más difíciles de cumplir: atender a tu pareja, pasar más tiempo con la familia, comer más sano, leer más y ver menos TV, aprovechar efectivamente el tiempo que pasas en el trabajo, mejorar tu casa, atender mejor a tus amigos, dejar de fumar/tomar, finalmente terminar Cien años de soledad, y hacer ejercicio.

Pero, ¡ay! es más fácil seguir descansando. Un ratito. Una semanita más, ¿sí?

Algunos propósitos de año nuevo fueron tomados de http://www.euroresidentes.com/navidad/deseos_de_ano_nuevo.htm.