jueves, octubre 02, 2008

Abusando del micrófono

Hoy en el camino de regreso a casa tuve el infortunio de aterrizar en la estación Radio Ibero 90.9. Peor aún, me soplé unos 40 minutos de contenido supongo porque, además de masoquista, tenía yo ganas de tener una micro-venganza contra semejantes cretinos de la locución. He aquí esta pequeña e intrascendente réplica.
El programa en cuestión se llama "Noveno círculo" y ahora me entero de que pasa todos los miércoles a las 9:00 de la noche, conducido por Gilberto Prado Galán y Gabriela Warkentin. Noto con asombro en la página de Ibero 90.9 que Warkentin es la directora de la estación, y de pronto esto arroja luz sobre por qué los locutores son tan malos y patanes. Creo que la palabra "patán" es rara aplicada al contexto de un locutor de radio, pero me explico con el ejemplo de lo que escuché hoy:

El tema central del programa eran los 40 años del 2 de octubre. Está claro que tanto Gilberto como Gabriela saben muchísimo y que poseen una cultura que, además de amplia, abarca temas tan variados como política, música contemporánea en inglés, poesía, literatura, arte, baladistas de los 60s, y probablemente hasta sepan cuál es la capital de Zamibia. De hecho, creo que con escuchar a cualquiera de ellos durante tres minutos te convencería de lo anterior. Lo malo es que ellos no lo saben, y por eso realizan esfuerzos hercúleos para demostrarlo durante toda la duración del programa, y por si esto fuera poco llevan un pequeño concurso particular sobre quién puede recitar más alto poemas de Sabines, cuál de los dos conoce más palabritas domingueras y quién interrumpe más a sus invitados. Es por eso que la palabra "hercúleo" que escribí en la frase anterior queda como anillo al dedo: durante el programa, se dedicaron a hacerle preguntas a su invitada, cuyo nombre es Julia Palacios y que a su vez tiene un programa sobre rock clásico en la estación, y no le dejaban articular más de dos o tres frases sin encimarse en su voz para decir "¡ah, claro! ¿cómo olvidarlo, aquel octubre premonitorio de oscuros eventos, o debería decir eventualidades? ¡cuántas ilusiones rotas y sueños abruptamente interrumpidos! Han pasado ya 40 octubres desde entonces y..." etc, etc. Fue como ir a una reunión donde Silvia Pinal y Carmen Salinas lucharan por la atención de todos, ambas hablando al mismo tiempo mientras intentaban aparentar desinterés.

Para mi desgracia, lo peor fue que sí me interesaba lo que tenía que decir esta señora Palacios. Por ejemplo, recordaba que en esas épocas en realidad el rock no era bien visto ni por los jóvenes manifestantes, y que el artista del año fue nada menos que Raphael. Y justo cuando la señora quería sacar alguna conclusión de este fenómeno, los dos pseudo-conductores se estorbaban mutuamente y decían algo del estilo de "¡Raphael! ¡Raphaelo! ¡El gran Divo de Linares! ¡Cómo olvidar aquélla de 'Yo sigo siendo aquél...'" y al mismo tiempo, otra voz cantando una estrofa: "Digan lo que digan, hagan lo que hagan..." hasta que consiguieron callar por completo a la invitada, que -ahora entiendo por qué- extrañamente no parecía indignada por la situación. Y así estuvo la tónica del programa, mientras yo maldecía al CD player de mi coche por haberse descompuesto y a Reactor por tener también al insoportable de Sopitas en la conducción.

Qué coraje me da, porque hace menos de dos años la estación era una maravilla donde podías escuchar música cuya selección no dependía de ningún factor comercial o de popularidad con el público, sino que algún tirano benévolo simplemente programaba sus preferencias personales, consiguiendo el paradójico efecto de hacer una transmisión interesantísima. Pero de un tiempo para acá he sido testigo del secuestro de la ahora popular estación a manos de una serie de busca-famas y personajes pagados de sí mismos que sólo hacen ver a la Ibero, la universidad, como una escuela de altivos y ególatras. Es común que los locutores abran sus micrófonos a media canción y se pongan a cantar/gritar a coro, o que hagan falsos comentarios condescendientes sobre grupos famosos, o que se la pasen hablando en un dialecto español-inglés lleno de palabras como mainstream, hype, know-how, exposure o incluso management. Es una pena porque han abusado de su posición, del estrado en el que la fortuna los ha puesto, y reducen con ello las posibilidades de escuchar buena radio en México, que por lo pronto queda reducida a una sola estación, en FM al menos.

Me da más coraje aún haber perdido miserablemente esos minutos de existencia, esforzarme por distinguir lo interesante enmedio de ese caos, desesperarme más de una vez y finalmente cambiar de estación sin haberme enterado de nada. Creo adivinar, sin embargo, que es distinta la razón que motivó la existencia de tan largo post y este frustrado olorcillo a "yo lo haría mejor"...

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